En la Feria


Aquí estamos. Aquí estoy, girando y girando en esta feria que es la vida. En estos días locos donde parece que un gigante se ha llevado el eje de nuestra noria para usarlo de palillo entre sus dientes enormes.

Aquí estamos. Aquí estoy, con las horas de sueño que se esfuman como el estreñimiento en los anuncios; con mi pijama fabricado con partes desparejadas de otros pijamas; con la bata que compré hace casi diez años para llevar en la maleta al hospital cuando nació Blanca y yo pensaba que eso era tan importante...  Yo era tan panoli y todavía creía en la fantasía de las fotografías, en las casas limpias y perfectas y en los tips revisteros que, por arte de magia, pueden ayudar a conseguir cualquier cosa.

Estoy apurando el café con las gaviotas de fondo y uno que pasa cantando la del Equipo A en plan "egebero" con nostalgia etílica. ¡Ay qué bonito!.

En la mesa hay tres maletines de doctor; junto a la tele hay cuatro aviones y tres camiones. Los orinales esperan al lado del mueble de los libros y un dinosaurio amenaza con atacar el portátil, igual que Godzila atacó Nueva York. El resultado es igual de dramático, un rascacielos derruido o la tecla de la "P" arrancada de cuajo.


He descubierto un gusanito aplastado en la suela de mi zapatilla, que la pantalla de mi móvil está estallada y que alguien ha utilizado el National Geographic, que todavía no me ha dado tiempo a leer, como lienzo. ¡Cuánto se descubre antes de que salga el sol!

Alguien ríe en la calle. Parece que es una pareja. No sé si asomar la cabeza para decirles, por si su historia va más allá de este amanecer, que eso de los tips funciona regulín y que las instrucciones no existen; que la cagarán una y mil veces y que se tirarán de los pelos; que llorarán el primer día de cole y que echarán de menos estar a punto de volverse locos. 
No sé si asomarme, aunque de ahí a convertirme en la loca de los gatos sólo hay un paso y, la verdad, es mejor que intente ganar puntos en el barrio teniendo en cuenta el episodio de las frutas de plástico lanzadas al vacío por los mellizos, desde la ventana de su habitación, (Un amable vecino nos timbró para que bajáramos a recogerlas).
Sí... Quizás sea mejor que lo que tengan que descubrir lo descubran por sí mismos.

Ahora tengo que pedirle al gigante que me devuelva el palillo porque mi noria tiene que volver a ponerse en marcha pues presiento que todos estos están a punto de despertarse.

Vuelvo a la feria. He pagado 6 viajes y esto, aunque a veces me parece que llevo mucho... no ha hecho más que empezar...

¿Me tocará un perrito piloto?

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