David

Feliz cumpleaños mi número dos;ladrón de besos y sonrisas; forjador de taquicardias, sustos y carcajadas; experto en criaturas marinas y dinosaurios; protector de animales y mejor amigo de Trufo.


 

Lo nuestro ya empezó con un susto.
Lo primero, fuiste una sorpresa. Mi cuerpo y mi organismo se habían quedado muy tocados después de tu hermana y se suponía que era casi imposible quedarme embarazada. Tú fuiste ese casi imposible. Pero antes de que nos diera tiempo a asimilarlo, explotó una vena muy cerca de ti y un coagulo amenazaba con inundar tu pequeño hogar.

En el hospital, con miedo constante a levantarme de la cama, llorando muy bajito, casi para no oírme a mi misma, intentando convencerme de que todo iría bien; te soñé.
Habíamos pensado ya en nombres: Nicolás, Guillermo, Daniel (ahora también tenemos uno), Lucas pero en mi sueño te llamaste David. Cuando desperté busqué su significado: "El que debe ser amado", y ese tenías que ser tú.

Me quedé en reposo mucho tiempo, intentando mantener la calma. Me daba miedo tocarme la barriga (incluso dejé de echarme crema) porque no quería acostumbrarme a tenerte y que de repente no estuvieras. Pero era imposible no acostumbrarme a ti. Ya te quería, te queríamos, muchísimo.
Al poco, ese coagulo tan pesado se absorbió completamente y un par de meses después, llegaste tú.
Justo cuando me acababa de tomar una barrita energética y un zumo de melocotón nos tuvimos que ir al hospital, donde me dijeron que un pequeño tentempié mañanero nos iba a hacer esperar.
Era viernes, como hoy.
Sobre las cuatro me hicieron una cesárea y a los pocos minutos veía como te cortaban el cordón umbilical y te ponían sobre mí. Enseguida nos llevaron a un sitio tranquilo para hacer un piel con piel (el único que he podido hacer de mis cuatro bebés) que fue una maravilla.
De esto hace ya seis años.

Hoy me siento llena de contradicciones entre la nostalgia y unas ganas enormes por conocer mejor a este pequeño increíble en el que te estás convirtiendo.
Luego vinieron sustos y angustias; neumonías, bronquiolitis, bronquitis, una infección que no sabían diagnosticar...
Luego vinieron los tres brazos dislocados; dos incursiones a la terraza del vecino por el agujero del desagüe (una vez tuve que timbrarle y explicarle que mi hijo estaba en su patio).
Luego vinieron locas escaladas, desapariciones que me hicieron gritar como una loca en tiendas varias,  los gritos de una vecina que te vio medio colgado de una ventana; la bronca de tu profe porque tuvieron que rescatarte del vacío en la escalera del colegio.
Y a los tres años llegaron los dinosaurios, los animales marinos, los insectos y ahora los animales en general (estás con la fauna de Asia y de América del Sur).
Nos has hecho hablar más en casa sobre naturaleza, aprender y comprender, y llegaron las preguntas... Hace unos meses nos preguntaste qué era el aceite de palma y después de que te lo explicáramos decidiste que no volverías a comer algunas cosas.... Ahora lo preguntas siempre antes de dar un mordisco.


Tienes una imaginación increíble. Verte jugar es una pasada.
Juegas con todos tu juguetes, ¡Con todos!. Deben de estar muy contentos de vivir en tu habitación y tenerte como su niño, igual que Trufo al que has acostumbrado a recibir más mimos de los que ya recibía. Tu amor por él es una de las cosas que más me maravilla. Hace dos mañanas te despertaste llorando porque habías soñado que Trufo se iba al cielo. Tuve que tragar saliva muchas veces mientras te abrazaba.
Y aquí estamos, preparándolo todo para que soples las velas, cantarte "Cumpleaños feliz" y que se pasen los nervios que llevas acumulando toda la semana.
Aquí estamos para celebrar otro año más esta vida tuya todavía tan nueva, con tantas cosas por estrenar que estamos deseando compartir contigo.
Y aunque nos encantaría que comieras mejor, porque tus analíticas y revisiones nos provocan taquicardias, no podemos estar más orgullosos... Pero porfa... No nos des más sustos.

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