¡Por fin escribo!. Después de los dos meses de reposo parece que todo ha vuelto a la normalidad. La vida sigue su curso, también la que está creciendo poquito a poco en mi barriga. ¡y ya son 21 semanas!.

También sigue su curso el tiempo, meteorologico me refiero, y, como puede verse desde cualquier ventana de la ciudad desde hace muchos, muchísimos días (infinitos días) parece que las nubes han venido para quedarse y han traído consigo un montón (muchos montones) de tardes grises y largas.

Son esas tardes en las que hay que dejar volar la imaginación, siempre en un avión compartido con sillitas de seguridad para los peques. Son tardes en las que toca convertirse en pirata, o confeccionar un traje de princesa o hada con las mantas que hay desperdigadas por el salón.
Son esas tardes en las que hay que hacer magia y convertir el sofá en un barco, o unos rollos vacíos de papel higiénico en una pareja de ratoncitos.

Son esas tardes que creemos que no echaremos de menos porque estamos deseando que salga el sol, pero que, seguramente dentro de unos años cuando los ratoncitos reposen algo descoloridos sobre la mesa, deseemos poder recuperar... Hay que aprovecharlas.

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