Todo esto de la maternidad


Maternidad es una palabra enorme; enormísima, por todo lo que implica y porque lo implica todo.
Maternidad es una de las palabras más polisémicas que existen y a la vez una de las más difíciles de definir. Una de las que tienen los perfiles más difusos; un cajón gigantesco donde caben infinitas definiciones porque hay infinitas maternidades, una por cada persona, experiencia, circunstancia...

Yo creo que en la maternidad hay que aplicar aquello de "Sólo sé que no sé nada", y eso es realmente todo lo que sé con seguridad. Supongo que Sócrates acuñó la frase tras un cólico del lactante o después de intentar que su hijo mediano quisiera comer algo más que huevos fritos con patatas.

Para mí la maternidad es una contradicción permanente; la cara y la cruz que corren paralelas.
Es un milagro que puedes tocar, oler; besar y mirar. Algo que te hace crecer, cambiar; mutar por dentro y por fuera.
Es querer cuidar; necesitar proteger, a la vez que dejar libertad. Es aprender tanto, y desaprender mucho.

Yo tengo seis hijos; cuatro humanos y dos perritos y, cuánto más tiempo pasa, más me doy cuenta de que en todo esto las expectativas no valen..., de que cuando esperábamos a nuestra primera hija vivíamos en la inopia, y de que la perfección está en la imperfección.
  
Hoy en día estoy a la espera de la llamada de M. Night Shyamalan para fijar los derechos de ese guion que escribirá basado en los hechos reales sobre mi vida tan normalmente paranormal. Empezará con un poco de ese sexto sentido que se va desarrollando y, como no, mucho de mi personalidad múltiple: luchadora contra terrores nocturnos; fontanera ocasional; doctora colocadora de tiritas y administradora de antitérmicos y besos mágicos en pupas de distintos tamaños. Eterna aspirante a ponerse en forma; ser humano que ríe, llora y grita (muy a su pesar); ama, odia y se agota; arrulla y acaricia y pasa la noche con los ojos abiertos como platos pensando en uniformes que comprar, vacunas que poner, operaciones pañal, preadolescencias que vienen y viejitos peludos que mimar.

Hoy en día no me acuerdo de acordarme de la agenda y mi socio en esta historia tan loca que es nuestra vida ha empezado a ponerme notas en el móvil para ayudarme en este tránsito amnésico. No duermo del tirón desde hace nueve años y se me va la pinza un montón.

La madrugada de ayer la pasé en el salón acariciando a Trufo desde la madrugada porque el verano ha llenado el silencio de la noche de esos fuegos artificiales que tanto le aterrorizan.
Hoy, estuve con Alejandro que se ha despertado y no ha querido volver a la cuna.

Durante la mañana limpiaré varios pises y cacas entre intento e intento para que se sienten en el orinal. Recogeré. Seré interrumpida en el baño mínimo cuatro veces. Daré besos y me reiré e iré a respirar a solas una y otra vez, aunque sea dentro de un armario.
Hablaré con una pre- preadolescente sobre Youtubers de cuyo nombre no me acuerdo y, quizás sobre Harry Potter. Me enfadaré y me arrepentiré. Veré Pocoyo. Me enfadaré y me arrepentiré de nuevo. Jugaré y, puede que acabe la tarde buscando en Google el nombre de algún reptil marino prehistórico.
Y... Me esconderé a respirar de nuevo...

¡Llámame M. Nigth Shyamalan!


Comentarios

  1. Sencillamente genial!! Un enfoque muy profundo a la vez que exacto sobre la maternidad!! En encanta. Se lo enseñaré a mi mujer.

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    1. Me encanta que te haya gustado! La maternidad (y paternidad) es algo complicado y cada uno la vivimos de distinta manera, pero yo creo que todos podemos sentir cosas en común.

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