Pequeños amigos monstruosos


Primer plano de Coco, Animal y Oscar el Gruñón






Llegaba del colegio. En otoño e invierno ya empezaba a anochecer cuando el autobús me dejaba en la parada. Recuerdo vagamente llegar y, algunas veces, pedir un baño rápido y ponerme el pijama enseguida. Tenía una cita ineludible con ciertos amigos coloridos y peludos...



Cierto que algunos eran también algo monstruosos, de modales cuestionables y hasta un poco selectivos con la comida (uno de ellos únicamente admitía comer galletas con pepitas de chocolate).

Eran dulces y traviesos. Torpes algunos; otros, un poco tímidos. Imposible clasificar a casi todos, aunque unos cuantos eran fácilmente identificables: ranas, mosquitos, gambas mafiosas, vampíricos condes, pollos gigantescos... Si les dejábamos (cosa que yo hacía sin dudar), venían cada tarde de visita, de lunes a viernes, a la misma hora. Entraban por esa ventana que se abría y cerraba a mi antojo y al de un botón negro que, a presión forzada, señalaba mis deseos: "on"/ "off".

Me acogieron y acompañaron; me enseñaron a deletrear, a cruzar la calle, a distinguir los colores y ponerles nombres a las formas... Y, más que a ninguna otra cosa, me enseñaron a reír, a imaginar, a disfrutar de cada minuto y a soñar...

Imaginaba cómo sería abrazarlos; acariciar sus cabezas peludas, agarrar sus pequeñas manitas de tres dedos para cruzar la calle; reírme con sus chistes y ocurrencias, vivir con ellos grandes aventuras...

Oscar el Gruñón

Adoraba a todos pero mi favorito era Oscar el Gruñón; poco sociable y amante de la vida entre la basura. Excepto por esta última, me identificaba con sus otras características. Excepto por esta última, me identificaba con sus otras características y eso me hacía sentirme muy cerquita e él. Siempre ocupará y ocuparán un lugar especial en mi corazón.
Hoy, con las presentaciones debidamente hechas a mis pequeños, disfrutamos encontrando pequeños tesoros.
Hoy, tantísimos tiempos después, todavía me recuerdo gritándole a mi hermano desde la habitación: "¡Luis! ¿Ya empezó Barrio Sésamo? Y creo, que acordaré siempre; también ahora.

Jim Henson y Caroll Spinney


El 10 de noviembre de 1969 este monstruoso títere se asomó por primera vez desde el cubo de basura que era su hogar. Apareció en Sesame Street, el famoso programa ideado por Jim Henson. Un show protagonizado por un grupo de coloridas marionetas; algunas monstruosas y todas adorables. 



Detrás de él estaba Caroll Spinney, crador también de Big Bird (nuestra Caponata). Lo que empezó como un sueño infantil, se materializó en una explosión de magia y fantasía que acompañó durante años a niños de todo el mundo.

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