Un café con Sofía

 


Sofía vino al mundo frente a un horizonte de sinuosas dunas, junto al mar, en Corrubedo. Creció con el sonido de las olas de fondo y un nombre marcado por la sabiduría que portaba en sus sílabas. Una sabiduría que acostumbraba a compartir con todo aquel que se sentaba con ella a tomar un café. Un café con leche, con leche y mucho mucho azúcar, en aquellos vasos de Nocilla de los años ochenta.

La juventud alcanzó a Sofía en La Coruña. Cuando las dunas quedaron atrás, le esperaba la ciudad, con su silueta de grúas, sus sonidos metálicos y un futuro que se iba escribiendo jornada a jornada. 

En la ciudad, los hombres aguardaban durante horas en las escaleras del puerto de Linares Rivas, en las de la Palloza o, en la Dársena. Iban allí donde atracaban los barcos y, en fila, pedían trabajo al mar. Así fue como el padre de Sofía encontró una plaza en un barco, el "Tito". Y así se encontró Sofía frente a frente con su futuro, Luis, mi abuelo. Se conocieron entre los paréntesis de las mareas, y su amor revoloteó sobre las olas como una mariposa de alas manuscritas de amor.

Mi abuelo Luis

Al poco tiempo se casaron, ella aún no había cumplido los 18. Pronto nació su primera hija, a la que siguieron otros 9. Luis lidió con el océano y ella con 10 partos y la realidad de una maternidad a la que se dedicó en cuerpo y alma. En un tercero derecha de la Calle de la Paz, compartió sueños y certezas con sus padres y sus primeros cuatro bebés. Después, en la Calle del Puente, vinieron los demás. Hizo todo lo que pudo y más. Se quedó sin uñas de restregar la ropa contra la tabla de lavar... Se quedó también, muchas veces, sin comer, para aumentar la ración de los niños con la suya propia... Pero no se quedó nunca sin esperanza.

Con los años, los hijos fueron creciendo y formando sus propios futuros. Ella tuvo su primera lavadora y por fin, después de tanto tiempo, las uñas también fueron creciendo. Poco a poco las fotografías de hijos, nietos y bisnietos no cabían en su pequeño aparador. 

Sobrevivió años a Luis, que la dejó con la eterna mariposa de palabras revoloteando a su alrededor y, una vida cargada de recuerdos. Sobrevivió a una hija, su primogénita. Sobrevivió a ser mujer en un mundo poco confortable para las mujeres. Pero, cuando pienso en ella, la pienso hace muchos años, en su cocina frente a los fuegos siempre encendidos, preparando comidas para los hijos que aún estaban con ellas, horneando empanadas, amasando orejas de carnaval. La pienso con su mandil y su pañuelito en la mano. La pienso con la mirada despierta; con sus ojos oscuros y resueltos cargadas de historias y energías. 

"Ella va a elegir"



Cuando tuve a Blanca, mi primera hija, la llevamos a conocer a los bisabuelos. Me invitó a un café con leche y mucho azúcar en un vaso de Nocilla. Sentada a mi lado, entre sorbo y sorbo, me dijo: "Ella va a elegir". Ahí se quedó la frase, pero siempre la recuerdo. Aún ahora cuando ya han pasado tres años desde que marchó a buscar a mi abuelo, como cuando, de jóvenes, se encontraban tras una marea que se había alargado. Los imagino asomados al mar desde las nubes.

Y esa, la suya, es la frase con la que hoy quiero quedarme. Ese es mi deseo, dibujar entre todos un escenario en el que evolucionar juntos. Educar, enseñar, recordar, hablar, interiorizar, responder, preguntar... Un escenario para todos los que estamos y para todos los que estarán. Crear algo nuevo; algo para todos. Sentar unas nuevas bases, sobre las que asentar raíces limpias de perjuicios y pasados obsoletos. Queremos elegir.



Mientras tomo este café, recuerdo alguno de esos libros que me han hecho viajar acompañando a otras maravillosas mujeres. Las hermanas Brönte y su fuego interior, Leonor de Aquitania y peligrosas pioneras, creadoras olvidadas... Brujas, proscritas, aventureras y forajidas que me han hecho soñar.

Libros favoritos 


Comentarios

  1. Me encanta todo lo que dices. La historia de tus abuelos, esa mariposa de palabras que le quedó a tu abuela con la partida de Luis, esos libros...
    Y sí, Blanca va a elegir.
    Muy feliz día.

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    1. Me encanta que te encante. Es una historia para mí muy especial, sobre la que conocí más detalles hace poco. Y me enteré de que así se conocieron, a través de una nota de amor que le dejó mi abuelo antes de subir al barco.
      ¡Es uno de mis mayores deseos, que Blanca y todas, y todos, puedan elegir!
      Feliz día

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