Buscando hadas

 

Buscando hadas| Imagen propia




 Allí, donde germina el olvido de la infancia. Allí, donde se bifurcan los caminos de una vida. En aquellos lugares que lo son todo, para luego no ser nada. Ahí, habita un hada.

En Galicia, la desmemoria se tiñe de musgo y líquenes. Es pasto de bosques o grafitis, y del afán desmedido del tiempo por desahuciar muebles y recuerdos. Cuando se hunden en una fraga las antiguas salinas de unos monjes...


Ruinas en las Salinas de Ulló | Imagen propia





Cuando el esqueleto de un hogar sigue respirando en medio de la ciudad. Cuando las plantas de una familia continúan poblando balcones y enrejados... Ahí habita un hada.




Pasear y verlas no es solo una cuestión de azar o suerte. Ver un hada no es observación, ni atención o concentración. Ver un hada es emoción. Nuestro corazón las percibe. Cambia el ritmo de sus latidos e incluso, a veces, se detiene durante un instante imperceptible. La cadencia de su melodía se ajusta al revoloteo de sus alas.


Son... ese rumor entre las ramas que solemos confundir con un pequeño pájaro... Las luces nocturnas que flotan entre los narcisos recién florecidos o, entre los helechos comienzan a extenderse... Tal vez luciérnagas, pensamos... Pero hadas, quizás... 

Son... el arco iris desplegado sobre el puente, donde anidan lluvias, claros y esperanzas... La luna tras la ventana, coloreada de deseos plateados... La llegada de las golondrinas anunciando estaciones, migrantes entre meses y hojas de calendarios. La cajita abierta sobre tu mesa... Los colores esparcidos... Aquel bombón de trufa que desaparece...




Con el inicio de la primavera tienen muchísimo trabajo. Ultiman tonalidades sobre los pétalos que comienzan a abrirse; lanzan instrucciones aquí y allá al coro de pajarillos; imparten talleres de arquitectura de anidamiento para primerizos...

Quizás podáis sentirlas cuando, acaloradas, se dejan caer sobre una brizna de hierba húmeda buscando algo de frescor. O si, hambrientas y golosas, se despistan persiguiendo el aroma del pan recién hecho hasta la puerta de algún obrador.

A veces, cuando llevo a los niños al parque, casi a punto de marcharnos a casa, justo en ese momento en el que el sol comienza a bostezar, me ha parecido ver un misterioso destello entre las ramas del enorme magnolio de La Alameda...


La primavera es otro principio que nos concede el año; la Ostara celta, que marca el inicio de un tiempo de equilibrio entre luz y oscuridad. Allí también, en ese equilibrio, habita un hada...


"En un bosque,

o un jardín,

hasta en una glorieta arbolada...

Ahí puede habitar un hada.


Cuenta uno, dos, tres

y cierra los ojos.

¡Cuenta otra vez,

del derecho y del revés!

Entonces... Puedes verla.

Pero solo, si crees ".





¿Salimos a ver hadas?



Apunte: 

En las Salinas de Ulló en ocasiones nadan sobre el lomo de los cisnes



Otras veces se funden con el paisaje....






Pero siempre merece la pena salir en su busca...



Por cierto, también pueden habitar entre las páginas de los libros:

En esta publicación:

"El libro de las Hadas más bonito", de Susannah Marriott (Ed. Pearson)

"Con calma. 50 historias de la naturaleza". Escrito por Rachel Williams con ilustraciones de Freya Hartas. (Flamboyant Ed.)















           

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