Zapatos mágicos

 

Una historia pequeña...

Esta es una historia pequeña. Una historia de esas que van hilvanando los minutos de un día cualquiera, hasta bordar días y tejer semanas...

Esta es una historia pequeña, de esas que se cuelan como corrientes de aire entre las rutinas, entre baños y lavadoras que se superponen con cenas y meriendas, con mocos, cuento y horas de irse a dormir...

Una historia grande...

Mary Poppins y el Capitán Garfio
Mary Poppins y el Capitán Garfio



Pero esta también es una historia grande, la de dos peques de cinco años que deciden pasar una tarde jugando a ser Mary Poppins y el Capitán Garfio...
Es una historia más de cómo esos condicionamientos y etiquetas que flotan en el aire como virus, a veces están a punto de infectarlos... Y, me sorprenden con comentario sobre si las niñas hacen esto y los niños aquello. En ocasiones, les noto ya pequeños síntomas, y se cuelan en su lenguaje infantil distinciones por género, diferenciando dibujos, películas, juguetes, ropa... Y colores...

Esta es una historia pequeña y grande, grande y pequeña, sobre como la contaminación de los entornos se filtra, poco a poco, hacia los tiernos interiores infantiles...

Zapatos mágicos

Esta también es la historia de unos zapatos mágicos. Unos que ellos, desde el primer momento, sintieron especiales. Unos tenis blancos de velcro que compramos a principios de curso en una tienda de Pontevedra, Las merceditas de Iria. Pero unos tenis que no resultaron ser unos tenis cualesquiera; son con detalles en rosa "purpurinizado". Y, lo más importante: les parecieron los más geniales del mundo.

Zapatos mágicos
Zapatos mágicos




Ahora pienso que quizás fue el destino el que trajo esos zapatos a casa. Un guiño mágico disfrazado de pragmatismo... Queríamos unos zapatos fuertes y resistentes y, esos estaban esperándonos.

Las preguntas no tardaron en llegar, primero en sus clases: "¿Por qué llevas tenis rosas si eres un niño?"... Hace unos días, en una plaza: "Llevas tenis de niña"... Incluso el dependiente de una tienda de deportes. "No te los traigo en rosa... ¿Verdad?".

Han llegado a casa tristes, dubitativos...

Los colores, por encima de todo, deben hacer sentir bien a quienes los llevan. Y para ellos, sus tenis con rosa son felicidad. Algo que han estado a punto de dejar de lado porque les han hecho dudar, sentirse inseguros por un sinsentido.

Por suerte, en nuestro hogar, además de desorden y pelos de Gastón, también hay un muro que construimos cada día. Una mezcla imperfecta de confianza, preguntas, respuestas, y preguntas sin respuesta, acompañadas de unas tijeras para cortar esas etiquetas que la costumbre nos impone, o intenta imponer, y nos hacen tanto daño. 
Leemos cuentos, aprendemos, escuchamos y nos escuchamos, cosiendo nuestro día a día, hilvanando minutos, digiriendo lo qué ocurre en nuestras pequeñas grandes historias.
Esta noche me he acostado pensando en distintas fórmulas para nuestro cemento. Nuevas maneras para conseguir que el muro no se agriete y sea refugio, energía y apoyo capaz de parar los proyectiles de ataques que, seguro, se presentarán cada vez con más fuerza.

Por suerte, como Dorothy con sus escarpines de rubíes, solo necesitan chocar los talones para estar en casa. Para que les repitamos cada día que intenten ser ellos mismos, pintando el mundo de lo colores que quieran.

Mientras, seguiremos el camino de baldosas amarillas y, si lo prefieren, rosas.

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