La problemática de imaginarme como una heroína del siglo XIX y los calcetines de Chewbacca que tanto me gustan

Imaginar ser Jane Eyre (de forma inconfesable, claro) luchando contra un destino cruel no es nada aconsejable para encajar en esa edad en la que el instituto es más peligroso que el Mundo del Revés del Demogorgon.
Pero es que yo siempre he sido una experta en el arte del camuflaje y los silencios, sobre todo para los que no querían ni ver ni escuchar.
Nunca dejaba a nadie entrar demasiado; acercarse demasiado.
Mantenía mis gustos en una caja fuerte con una combinación que muy pocos podían descifrar.
Era capaz de fingir un poco cada día que me interesaban ciertas cosas o que no me interesaban nada otras. Y así sobrevivía gracias a mi súper poder de pasar desapercibida.
Era como si vistiera un traje del color del suelo del patio del recreo o un disfraz de portería de fútbol.
Desde mi invisibilidad podía hacer casi cualquier cosa, siempre que tuviera cuidado de no revelar a nadie mi poder.
No era ni muy alta ni muy baja. Ni flaca ni gorda... Supongo que era un color crema neutro nada destacable. y ¡Qué cómoda es la neutralidad a veces!
Podía jugar un rato a la pelota (Sí, a la pelota en plan paquete total pero pasándolo genial). Podía echarle a los gorriones las migas de mi bocadillo. Podía quedarme mirando durante eternos minutos un charco de lluvia imaginando que llovía sobre mí en algún páramo desierto de la Inglaterra victoriana, o columpiarme hasta el mareo imaginándome en la cubierta de un barco con las bodegas cargadas de aventuras y aventureros demasiado machistas para que sus historias pudieran interesarme.

¡Cómo se me iba la pinza!
De vez en cuando se abrían grietas en mi cuidado disfraz y se hacía un poco más cuesta arriba mantener mi identidad vacía intacta.
A veces alguien me parecía demasiado gili... y me ponía en plan psicótica homicida. A veces alguien me gustaba demasiado y me ponía en plan pardilla (muy pardilla).

Un día en clase la profe nos preguntó cuál era nuestro personaje de libro favorito y yo la dije a ella: Jane Eyre.
Eso me colocó la medalla de rara y lo demás fue acumular galones.
¡No! No soy una señora atrapada en el cuerpo de una niña.
¡No! No me obligan a leerlo.
Como una celebrity tuve que hacer desmentidos constantes. Pero no en plan súper exitosa rodeada de glamour y con un peinado guay. Más bien en plan voy siempre con diadema para no tener que peinarme y los bolsillos de mi abrigo están llenos de pañuelos gracias a mis alergias y a mi sinusitis.
¡Ah! Y los animales me gustan más que casi todas las personas.

Hubo un tiempo durante aquel curso en que lo pasé bastante mal, o eso creí hasta que aprendí a ver la situación como una oportunidad de ser quien era.
Las etiquetas no son nada bueno pero casi siempre son inevitables. Tengo que reconocer que tuve la suerte de que la mía me permitió ser quien quería ser.
Si mi yo actual (que sabe perfectamente lo que le gusta y casi no se avergüenza ya. Ese yo que se siente contentísima con sus calcetines de Chewbacca comprados en la sección infantil de Zara como regalo por su 41 cumple) pudiera hablar con aquella que fui hace tanto ya con la frente llena de granitos y las mangas del uniforme permanentemente estiradas le diría que se escuche más a sí misma y menos a los demás; que siendo uno mismo es como realmente te haces fuerte; que intentara ser feliz y no que intentara hacer feliz... Podría decirle todo esto o puede que solo, Be friki muy friend.


Comentarios

  1. hola Eva! cuanto placer al leerte y cuantas coincidencias, yo adoraba viajar a esa tierras y en esas epocas y me volveria loca poder viajar en el tiempo alla! hermoso escrito, gracias has puesto estrellas en mis ojos y mi corazon buho. Abrazo gigante!!!!!

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    1. Mil gracias por leerme!! A mí también me encantaría viajar en el tiempo. Es una época que me atrae desde siempre y hace volar mi imaginación 😘

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