Hirviendo
Hierve.
Hiervo.
Hierven las sienes, la frente;
hierve la nuca.
Gotas de sudor recorren el cuello
hasta la espalda.
Líquido que condensa mis desvelos.
Hierve.
Hiervo.
Hierven mis pensamientos.
Chocan con las paredes internas
de mi cráneo.
Hierve.
Hiervo.
Borbotean las imágenes
contra el acero inoxidable
de mis párpados.
Hierve
Hiervo.
Hierven las sienes; la frente.
Hierve la nuca.
El bolígrafo se derrite
entre mis dedos.
Entre mis dedos se derrite
la posibilidad de las palabras.
Hierve.
Hiervo.
La tinta lo salpica todo;
lo ensucia todo.
Sangre negra
con mi voz guardada.
Hierve.
Hiervo.
Yo.
Nadie más.
Nada más.
A veces hierve todo y si no lo procesas puede estallar. Un abrazo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. ¡Pero qué difícil es procesarlo a veces!. Un abrazo
EliminarUfffff cuando hierve todo podemos llegar al límite.
ResponderEliminarUn beso.
¡Si! Y a veces ese límite está mucho más cerca de lo que nosotros suponemos.
EliminarUn beso!
Cuando nos desbordan las emociones hervimos, es cierto. Mejor dejarlas salir poco a poco que ir acumulándolas hasta que estallan.
ResponderEliminarTiene muchísimo ritmo tu poema, un ritmo febril, engancha.
Un beso enorme, Eva
Acumularlas es muy malo; malísimo pero, a veces, parece que es más fácil no ahondar, no abrir esa cajita que tan bien cerramos y dejarlo pasar hasta que sí, finalmente, estallan.
Eliminar¡Muchas gracias, Chari!
Besos